James Webb apunta a Big Red Spot

James Webb apunta a Big Red Spot

Esta es una instantánea de Júpiter, tomada por el Telescopio Espacial Hubble de la NASA a una distancia de 415 millones de millas.

El Telescopio Espacial James Webb de la NASA es el observatorio espacial más ambicioso y complejo. Ella usa sus capacidades infrarrojas únicas para explorar la Gran Mancha Roja de Júpiter, lo que le permite ver la misteriosa tormenta.

La famosa tormenta de Júpiter figura en la lista de objetivos de James Webb. Una de las tareas científicas del instrumento es el estudio de los planetas, incluidas sus formaciones misteriosas, tanto en nuestro sistema como en el extranjero. La sensibilidad infrarroja del telescopio es una excelente adición a la investigación en puntos de onda larga. Las imágenes del Hubble mostraron cambios sorprendentes en el tamaño de la formación a lo largo de los largos años de observación.

Se planea utilizar el MIRI de tecnología IR promedio para crear mapas multiespectrales de la Gran Mancha Roja y analizar sus estructuras térmicas, químicas y de nubes. Los investigadores tendrán la oportunidad de observar las longitudes de onda infrarrojas que pueden entender el color del lugar. A menudo se atribuye a la radiación UV del Sol que entra en contacto con el nitrógeno, el azufre y los productos químicos que contienen fósforo, que se elevan desde la atmósfera más profunda de Júpiter.

James Webb apunta a Big Red Spot

Instantánea de la gran mancha roja en color verdadero, creada con datos de la cámara JunoCam en la nave espacial de Juno El uso de MIRI para la observación en el rango de 5-7 micrómetros puede ser importante, ya que ninguna otra misión podría observar el planeta en esa parte del espectro electromagnético. Además, tales observaciones no pueden hacerse desde la Tierra. Estas ondas de luz le permiten ver los subproductos químicos únicos de la tormenta, dando una idea de la composición.

Las observaciones de James Webb también ayudarán a comprender si la Gran Mancha Roja genera calor y libera a Júpiter en la atmósfera superior. Esto explicaría las altas temperaturas en esta región. Un estudio reciente de la NASA ha demostrado que las ondas gravitacionales y sonoras colisionadas creadas por la tormenta son capaces de generar el calor observado.

La tormenta se ha observado desde 1830, pero se cree que existe desde hace más de 350 años. La causa de la longevidad sigue siendo un misterio. Los tamaños de los puntos se reducen gradualmente, por lo que tiene que confiar no en los parámetros originales, sino en los existentes. Las observaciones mostrarán la estructura vertical de la tormenta, que se convertirá en una restricción importante para la simulación numérica de la meteorología de Júpiter.

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