Los mundos alienígenas con oxígeno no garantizan la existencia de vida

Los mundos alienígenas con oxígeno no garantizan la existencia de vida

Visión artística del planeta Kepler-186f, que gira en torno a la zona habitada de la enana roja.

El nuevo estudio sugiere que el oxígeno no es un signo convincente de vida extraterrestre, como pensaron antes los astrobiólogos. Los científicos que realizaron experimentos de laboratorio con varios tipos de atmósferas exoplanetarias simuladas fueron capaces de generar oxígeno, así como moléculas orgánicas con carbono, los componentes químicos de la vida.

La mayor parte del oxígeno molecular (O2) en la atmósfera de la Tierra (20% de nuestro aire) es bombeado por las plantas y los microbios de la fotosíntesis. Por lo tanto, los astrobiólogos y planetólogos han percibido durante mucho tiempo que el oxígeno es un objetivo clave en la búsqueda de vida extraterrestre. Por ejemplo, muchos investigadores están convencidos de que la presencia de oxígeno y metano en la atmósfera de otro mundo es un fuerte indicador de actividad biológica.

La conclusión es que los dos gases no pueden coexistir durante mucho tiempo, por lo que la presencia conjunta sugiere un proceso de actualización constante. El metano, como el oxígeno, se considera un subproducto metabólico común en la Tierra, por lo que es razonable suponer que su renovación indica la presencia de vida. Pero tal hallazgo no podrá, con un 100% de confianza, demostrar la presencia de vida en el planeta. Parte de la incertidumbre surge de la falta de comprensión de los exoplanetas, en los que se encontraron oxígeno y metano (u otros posibles biogatches). Quizás, en un mundo así, se produzca una extraña química abiótica, imitando las señales atmosféricas que la vida produce en nuestro planeta.

El nuevo estudio cree que tales preocupaciones están plenamente justificadas. Los científicos han trabajado con nueve mezclas de gases diferentes, correspondientes a las que se encuentran en las atmósferas de las súper-Tierras o mini-Neptunes. Las mezclas (dióxido de carbono, agua, metano y amoníaco) se sometieron a una temperatura de 27 ° C a 370 ° C, y se agregó uno de los dos tipos de energía estimulante de la reacción: la luz ultravioleta y el plasma.

Cada mezcla se probó después de tres días y los compuestos se identificaron utilizando un espectrómetro de masas. Resultó que con varias combinaciones era posible obtener oxígeno y sustancias orgánicas, como el formaldehído y el cianuro de hidrógeno.

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