Una interpretación artística de un anillo de polvo denso capaz de ocultar procesos de energía cerca de un agujero negro supermasivo. SOFIA muestra que la distribución de polvo es un 30% menos de lo que se pensaba anteriormente.
Con la ayuda del instrumento infrarrojo SOFIA, los científicos pudieron encontrar polvo alrededor de los agujeros negros activos, lo que resultó ser más compacto de lo esperado.
La mayoría de las galaxias grandes tienen agujeros negros supermasivos en sus centros. Muchos de ellos suelen permanecer tranquilos. Pero algunos comen activamente. El material atrapado crea poderosas emisiones de energía. Esta especie se llama núcleos galácticos activos.
El análisis anterior dice que todos los núcleos galácticos activos tienen una estructura similar. Estas son donas de polvo (toro) que rodean a los agujeros negros supermasivos. El dispositivo SOFIA ayudó a ver la radiación infrarroja alrededor de 11 objetos que estaban a 100 millones de años luz de distancia. Estos toros resultaron ser un 30% más pequeños de lo que decían las predicciones, y la radiación infrarroja máxima reside en ondas infrarrojas más largas. Entonces, el polvo que cubre el agujero negro es mucho más compacto.
También vemos que los núcleos galácticos activos emiten la mayor parte de su energía en ondas que no pueden verse desde nuestra posición, ya que son absorbidos por la atmósfera. Sin embargo, SOFIA se encuentra por encima del 99% del vapor de agua y le permite analizar estructuras polvorientas.
Todavía será necesario comprender si todas las emisiones observadas se producen en tori o si hay un componente adicional. SOFIA contribuye a un análisis más detallado de la estructura.