El antiguo Marte podría esconder habitantes subterráneos

El antiguo Marte podría esconder habitantes subterráneos

Una nueva investigación indica que el antiguo Marte tenía suficiente energía química para prosperar en microbios que podrían sobrevivir debajo de la superficie. Los cálculos fundamentales de la física y la química para la capa subsuperficial de Marte se tomaron como base. Los hallazgos apuntan a una cantidad suficiente de hidrógeno disuelto para alimentar la biosfera del subsuelo global.

La tierra ha resguardado ecosistemas microbianos litosféricos subterráneos. Estos microbios se ven privados de la energía de la luz solar, por lo que reciben las dosis necesarias, desgarrando los electrones de las moléculas en el ambiente. Un donante importante es el hidrógeno molecular disuelto para los microbios subterráneos terrestres.

Una nueva investigación muestra que la radiólisis (la radiación destruye las moléculas de agua en partes de hidrógeno y oxígeno) crearía una gran cantidad de hidrógeno bajo la superficie del antiguo Marte. Se cree que las concentraciones de hidrógeno en la corteza marciana hace 4 mil millones de años estaban en el rango de las concentraciones actuales para la vida microbiana terrestre. Esto no significa que la vida definitivamente existiera bajo la superficie del antiguo Planeta Rojo, pero si lo fue, entonces fue bajo la tierra que se ocultaron los componentes necesarios para sustentarla durante cientos de millones de años.

Pasando a tierra

Desde hace varias décadas, los científicos se han convencido de la existencia de la vida marciana en el pasado después del descubrimiento de antiguos canales de ríos y lechos de lagos en el Planeta Rojo. Sin embargo, todavía es difícil entender cuánta agua fluyó sobre la superficie de Marte. Los modelos climáticos modernos del antiguo Marte crean temperaturas que rara vez superan la marca de congelación, lo que significa que los primeros períodos húmedos podrían durar poco. Este no es el mejor escenario para mantener la vida en la superficie. Por lo tanto, algunos creen que la actividad real tuvo lugar bajo tierra.

Los científicos han estudiado los datos de un espectrómetro de rayos gamma a bordo de una nave espacial Odisea de la NASA. Pudieron identificar la abundancia de elementos radiactivos de torio y potasio en la corteza marciana. Sobre la base de estos indicadores, también fue posible indicar la abundancia de uranio. La descomposición de estos tres elementos proporciona radiación, lo que lleva a la destrucción del agua. Los elementos se desintegran a una velocidad constante, por lo que puede usar la abundancia moderna para calcular la cantidad de hace 4 mil millones de años.

Luego fue necesario estimar la cantidad de agua disponible para dicha radiación. Los datos geológicos indican un alto contenido en las rocas porosas de la antigua corteza marciana. Se derivó una estimación aproximada basada en una medida de la densidad de la corteza del planeta rojo. Completamos el proceso utilizando modelos geotérmicos y climáticos para determinar dónde se encuentra un lugar para la vida potencial. Los hallazgos indican que el Planeta Rojo tenía una zona de hábitat subterráneo global de varios kilómetros de espesor. En él, la producción de hidrógeno por radiolisis causaría suficiente energía química para sostener la vida de los microorganismos. Y esta zona podría permanecer intacta durante cientos de millones de años.

Hallazgos comprobados en modelos para zonas cálidas y frías. Resulta que la cantidad de hidrógeno subterráneo está creciendo incluso en condiciones de heladas. Por lo tanto, una capa de hielo más densa sobre el área de vivienda servirá como una "tapa" que impide que el hidrógeno salga de la capa de subsuelo.

¿Cuáles son las consecuencias?

Estos resultados son útiles para elegir la ubicación de una nave espacial en busca de la antigua vida marciana. Es especialmente interesante estudiar rocas derribadas durante los impactos meteóricos. Muchos de ellos pueden contener trazas de vidas pasadas. Dichos bloques se ubican en dos puntos, considerados por la NASA como futuros sitios de estudio para el rover en la década de 2020.

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